Las mujeres hispanas se enfrentan a numerosos retos a la hora de acceder a la atención sanitaria, entre ellos la discriminación y las barreras de comunicación con los profesionales médicos. Sus múltiples roles a menudo les impiden dar prioridad a su salud. El estigma que rodea a las conversaciones sobre la salud contribuye a la ansiedad, lo que complica la búsqueda de ayuda. La terapia cognitivo-conductual (TCC) ha demostrado su eficacia para controlar la ansiedad. El apoyo de la comunidad desempeña un papel fundamental, ya que fomenta el sentido de pertenencia y la asistencia, especialmente para aquellas personas que sufren ansiedad y depresión relacionadas con el cáncer, en cuyo caso la medicación también puede ser beneficiosa.