Cabría esperar que los supervivientes al cáncer fueran personas que comen de forma fanáticamente sana, pero un nuevo estudio sugiere que comen un poco peor que las personas que nunca han tenido un cáncer.
Los resultados de la encuesta de más de 1,500 adultos supervivientes al cáncer mostraron que eran menos propensos que las otras personas a seguir las directrices dietéticas nacionales. Los hallazgos aumentan las preguntas sobre si los oncólogos deberían hacer más para educar a los pacientes con cáncer sobre los beneficios para la salud que implica el hecho de mejorar sus dietas.
"En el pasado, cuando se diagnosticaba un cáncer a una persona, de algún modo dábamos el mensaje de que debería ir a casa, comer lo que quisiera y tumbarse en el sofá", dijo la coautora del estudio, Wendy Demark-Wahnefried, nutricionista y directora asociada del Centro Oncológico Integral de la Universidad de Alabama en Birmingham.
"Pero la mayoría de las personas con cáncer van a sobrevivir a su enfermedad durante al menos 5 años", añadió. "El mensaje ha cambiado: lo más probable es que usted vaya a sobrevivir".
Y con la supervivencia, dijo, viene un riesgo mayor de volver a contraer cáncer o algunas otras enfermedades. Pero una mejor nutrición podría mejorar potencialmente sus probabilidades, dijo Demark-Wahnefried.
Una dieta malsana se ha asociado con tasas más altas de cáncer. La investigación no clarifica por qué las dietas de los supervivientes al cáncer son menos saludables, y es posible que en realidad empezaran a comer mejor después de enfermar.
El estudio contó con un poco más de 1,500 supervivientes al cáncer en EE. UU. a los que se realizó una encuesta entre 1999 y 2010, y con casi 3,100 personas a las que nunca les habían diagnosticado ningún cáncer. Los participantes recordaron lo que habían comido en las últimas 24 horas.
Los supervivientes al cáncer obtuvieron una puntuación de solamente 47 de 100 en la adherencia a las Directrices Dietéticas para los Estadounidenses. El consumo de verduras y granos integrales era especialmente pobre, dijeron los investigadores. Los adultos que nunca habían tenido cáncer obtuvieron una mejor puntuación: aproximadamente de 48 en general.
En comparación con los que nunca habían sufrido un cáncer, los supervivientes consumían un poco más de grasa, de azúcar añadido y de alcohol. También comían un poco menos de fibra, según los hallazgos.
En general, los supervivientes al cáncer tampoco consiguieron consumir las cantidades diarias recomendadas de vitamina D, vitamina E, potasio y calcio. Y fueron más allá de los niveles recomendados de grasa saturada y de sal, según el informe publicado en línea el 13 de octubre en la revista Cancer.
Las encuestas no examinaron cuándo se diagnosticó el cáncer a los participantes, de modo que no se sabe en qué medida el momento de contraer su enfermedad podría haber afectado a sus hábitos alimenticios, indicaron los autores del estudio.
"Una posibilidad es que sus dietas fueran malas antes, y que ahora lo siguen siendo", dijo Demark-Wahnefried. "Después de que a uno le diagnostiquen un cáncer, a veces podría decir: '¡Qué diablos! ¿Qué tiene de malo un brownie?'. Eso podría ser un factor. En realidad no sabemos cuál es la motivación de estas decisiones".
Cuando el estudio examinó los 4 cánceres principales (de mama, de próstata, de pulmón y de colon), los supervivientes al cáncer de pulmón tenían las peores dietas, dijo la autora principal del estudio, la Dra. Fang Fang Zhang, profesora asistente en la Facultad de Ciencias y Políticas Alimentarias Friedman de la Universidad de Tufts, en Boston.
Las supervivientes al cáncer de mama tenían las dietas más sanas, dijo.
"Las diferencias podrían deberse a los distintos síntomas del cáncer y a los efectos secundarios asociados al tratamiento que pueden impactar en la dieta", dijo Zhang, "o a factores psicosociales, como la ansiedad y la depresión asociados con los diferentes diagnósticos de cáncer".
Aun así, solamente hubo diferencias dietéticas modestas entre los supervivientes al cáncer y las demás personas, comentó el Dr. Stephen Freedland, director del Centro de Investigación Integrada sobre el Cáncer y el Estilo de Vida del Instituto Oncológico Integral Samuel Oschin de Cedars-Sinai, en Los Ángeles.
"No es que las personas de un grupo tuvieran unas dietas horribles y las del otro unas dietas maravillosas", señaló. "Eran diferentes, pero solo ligeramente".
Hay pocas investigaciones que digan a los supervivientes al cáncer qué es lo que deberían comer, comentó Freedland. "Tenemos algunas directrices, pero la calidad de los datos no es extraordinaria. No puedo decirle a un paciente que si come tal cosa, su riesgo de que el cáncer vuelva será bajo", dijo.
Freedland comentó que algunos de sus pacientes empiezan a seguir mejores dietas. "Pero la gran mayoría dicen 'no'; cuando el cáncer se ha curado, lo dejan atrás y vuelven a los patrones de dieta que tenían antes del cáncer".
Los autores del estudio urgen a los médicos a hacer más para educar a los supervivientes sobre sus dietas. "Muchos profesionales no hablan sobre esto con los pacientes a menos que les pregunten", dijo Freedland. "Cuando uno empieza a hablar sobre el tema con un paciente, suele tener una actitud receptiva".
Fuente: Medline Plus