En poco tiempo, dos españoles ¬–el científico, Joan Massagué y el oncólogo Josep Baselga– han conseguido ocupar los puestos de mayor responsabilidad de la institución oncológica con más prestigio internacional, el Instituto Sloan-Kettering de Nueva York, en Estados Unidos. El primero, en el laboratorio, y el segundo a pie de cama del enfermo. Baselga dirige desde hace un año el hospital oncólogico Memorial Center, vinculado al centro de investigación que gestionará Massagué. A partir de enero, Joan Massagué (Barcelona 1953) tendrá a su cargo 120 grupos de investigación con más de un millar de científicos y un presupuesto envidiable de 400 millones de dólares anuales.
ABC ha charlado con él durante una visita a Madrid para participar en la XXXII Lección Memorial Fernández-Cruz, celebrada el jueves en el Hospital Clínico de Madrid. Allí ha hablado de la metástasis del cáncer, ese complejo mecanismo por el cual una célula cancerosa decide escapar de un tumor e invadir un órgano sano. Y también de las investigaciones más prometedoras que «aspiran a convertir el cáncer en una enfermedad crónica como el sida».
—Trabaja en el Instituto Sloan desde 1989. ¿Realmente, le sorprendió su nombramiento?
–Mi nombramiento ha sido producto de una evolución personal y también de la institución que ha apostado por un director científico que cree en el acercamiento de la oncología clínica y la ciencia experimental porque de esa unión depende el avance del conocimiento científico del cáncer y el progeso de los pacientes. Pero antes de nombrarme se consideró a otros colegas.
–¿Hubo un proceso de selección?
–Sí. Hace un año me preguntaron sobre la posibilidad de aceptar este puesto, pero dije que no lo iba a considerar si antes no se buscaba fuera a la persona más adecuada para el puesto. Yo quería para mi institución al mejor. Entrevistamos a expertos extraordinarios, en Estados Unidos y Europa.
–¿Algún español?
–No, la verdad es que no. Solo al final de la ronda de entrevistas se consideró al candidato interno.
–¿Qué giro quiere dar a la institución?
–Mi objetivo es que se abandonen las etiquetas de investigación básica, aplicada, traslacional… Estas fueron útiles a finales de los 90 pero ahora están empezando a estorbar. La única investigación que importa es la ciencia del cáncer. Debemos borrar estas divisiones y extraer el máximo beneficio del paciente en un momento en el que los recursos son más limitados, incluso en Estados Unidos. Los investigadores que se han dedicado a estudiar el cáncer en moscas o ratones deben entender que el nuevo modelo de la investigación del cáncer por fin es el modelo humano. El experto tiene que estudiar el proceso en biopsias de pacientes durante la respuesta al tratamiento y durante su resistencia.
–¿Es pura casualidad que dos españoles, catalanes ambos, tengan en sus manos la responsabilidad del mejor centro oncológico?
–No hay casualidades absolutas. En los años 80 Josep Baselga y yo coincidimos en el Sloan-Kettering y entablamos una buena amistad. Ya entonces era el sitio más atractivo para muchas personas de talento y el estar allí suponía un cribaje para los investigadores del cáncer. Cuando se buscó al director clínico se me pidió opinión y fui uno de los que dio el nombre de Baselga. Supongo que también a la hora de elegirme como director científico se pensó que trabajaríamos bien juntos.
–Recientemente otro investigador catalán, Manel Esteller, aseguró que una Cataluña independiente sería mejor para la ciencia catalana?
–La ciencia es una actividad universal. No hay ciencia española, ni catalana ni americana. Otra cosa es la gestión que se hace de la ciencia en cada país, en cada región… Por mucho que yo esté en Nueva York mi intervención en investigación en España es decidida, creo que es sustancial e importante y va a seguir. Lo hago a través del Instituto de Investigación Biomédica de Barcelona pero también en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas, en Madrid. Por otro lado, la gestión sí está marcada por la actitud del Gobierno y en el momento actual yo he denunciado su falta de sensibilidad para gestionar la ciencia. Tanto el Gobierno de Aznar como de Zapatero supieron entender que la investigación es un patrimonio de futuro, una inversión y parte del orgullo nacional. En Cataluña, en el momento actual, se está intentando proteger más. Fuera choca mucho esta actitud. España ha estado atrayendo talentos extranjeros con gran éxito y ahora llena de perplejidad cómo se ha olvidado de forma instantánea de lo importante y rentable que es el apoyo a la investigación. Esto no es una opinión personal es un relato de la percepción generalizada en Estados Unidos y Europa. Fuera me preguntan: «Joan, ¿qué está pasando en España?»
–¿No cree que lo justifica la situación actual, con ajustes generalizados en sanidad, educación, obras públicas...?
–Bueno, nadie defiende la ciencia por encima de la educación o de la sanidad. Yo no soy nadie para hablar de ello pero insisto los ajustes que está sufriendo la ciencia en España son motivo de consternación internacional por observadores externos.
–Decía que la financiación científica tampoco atraviesa un buen momento en Estados Unidos. Pero allí el apoyo de grandes fortunas de la sociedad civil consigue que se note menos. ¿Quizá nuestro problema tampoco se resuelve a golpe de presupuestos del Estado?
–Por supuesto. No está en la tradición latina la filantropía tal y como se entiende en el mundo anglosajón. La filantropía existe en España pero es limitada y lo es porque no hay incentivos fiscales que faciliten esa cultura del mecenazgo. En cualquier caso, el giro de timón que dio la ciencia española fue alimentada por la acción decidida de los gobiernos. Debemos ser conscientes de que la filantropía es voluntaria no es un valor fijo. Se tiene que estimular pero también puede ser una trampa. España se había convertido en una potencia científica, barriendo las convocatorias de más prestigio de investigación europea. También los buenos mecenas quieren apostar por la excelencia, por el caballo ganador. Inspira muy poco a un mecenas dar una ayuda para salvar a una institución moribunda o al pobre investigador que no tiene recursos y se tiene que marchar porque aquí no le financian sus trabajos…. ¡Esa imagen es fatal!
-¿Ver a los científicos españoles manifestándose por los recortes tampoco favorece nuestra imagen exterior?
-Bueno, lo entiendo como una manifestación de la desesperación. Nuestros científicos no se van a recluir en los laboratorios por no dar una mala imagen. Dan la imagen de que las cosas están mal. El memorial recibe más de 200 millones de dólares al año en filantropía a base de presentarse y de ser la institución que es. Es una rueda que se alimenta a sí misma, de ahí que el empuje inicial debe venir del Gobierno. En Estados Unidos también ocurre así.
Un puzle letal
Joan Massagué lleva años tirando del hilo de la enredada madeja de la metástasis. Ese imposible rompecabezas que está detrás del 90 por ciento de las muertes por cáncer. Su mayor logro científico ha sido identificar los cambios genéticos que se producen en la formación de la metástasis. Pero aún quedan numerosas piezas para resolver el puzle.
-¿Qué hemos aprendido?
-La metástasis del cáncer se describió en el siglo XIX pero no ha sido hasta hace diez años cuando hemos empezado a entender cómo y por qué ocurre. Tras completar una década de actividad exploratoria, ahora puedo afirmar que entendemos la lógica del proceso. Es un proceso inmenso, pero en esta inmensidad tenemos ideas muy claras de cuales son los aspectos que debemos abordar. Ya están saliendo ideas de tratamiento que aprovechan los conocimientos sobre cómo se conducen los tumores y cómo sobrevive la enfermedad diseminada; la que se escapó y no murió. La mayoría de las células cancerosas que escapan del tumor inicial mueren y solo sobreviven unas pocas, que son las que originarán la metástasis. ¿Qué hace que mueran la mayoría? ¿Por qué no se aniquilan todas? ¿ qué les hace sobrevivir? Todas ellas eran malignas y tenían mutaciones pero solo unas pocas consiguieron sobrevivir en la médula ósea, en el pulmón o en cerebro. ¿Cómo aguantan meses, años en estado de latencia, quién las sostiene?. Todo esto ya acotado conceptualmente y se está empezando a aplicar la tecnología para responder a estas preguntas con información molecular y genética para evidentemente atacar a esa enfermedad residual.
-Una vez se ha puesto en marcha ese proceso de metástasis, ¿se puede detener?
-Cuando la metástasis es explosiva y algunas de estas células malignas que se han escapado llevan tiempo escondidas y resistiendo no es fácil. Algunas de ellas desarrollarán un tumor muy agresivo. Entonces el problema es grave. Es como combatir a Al Qaida, no a un criminal de barrio y esto es lo que debemos evitar.
-¿Se puede prevenir la metástasis?
-Sí, es posible prevenir la metástasis del cáncer. Si no se logra tenemos ya una metástasis manifiesta, sobre la que se está haciendo mucho. De ésta conocemos más su agresividad, malignidad y diversidad.
-Los oncólogos han hecho una llamada a la industria farmacéutica para reducir el gasto insoportable de unos medicamentos que son cada vez más caros. ¿Suscribe esta petición?
-Sí, mis colegas clinicos en el Sloan se plantaron hace un año y dijeron que no iban a prescribir algunos de esos medicamentos tan caros. Sobre todo porque algunos no son más efectivos que otros más antiguos. Sin embargo, algunos de estos medicamentos tan caros y novedosos sí están salvando vidas. La relación coste-beneficio de estos medicamentos es lo que debemos aprender a gestionar.
-La revista científica «Science» destacaba la inmunología del cáncer como uno de los grandes avances del año. ¿Esta es la próxima esperanza?
-Es fantástico, pero no es un tratamiento esperanzador, ya es una realidad. Los tumores y el cáncer no actúan solo en los oncogenes sino en el microentorno. Si nuestro organismo ya es capaz de aniquilar las células premalignas, la idea es reforzar nuestras defensas. Cuando el tumor ha conseguido burlar esas defensas podemos reforzarlas para que contraataquen el tumor , eso es la inmunoterapia. Esta estrategia está prolongando la supervivencia de pacientes que deberían haber muerto, según los oncólogos. La inmunoterapia es un ejemplo de lo que está por llegar.
Fuente: ABC
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