Un estudio publicado en la edición digital de este domingo de 'Nature Cell Biology' revela que la médula ósea contiene altos niveles de la proteína TGFbeta2, que activa el gen supresor de tumores p38 en células tumorales y desencadena una cascada de eventos de manera que mantiene a las células tumorales latentes y el crecimiento del carcinoma de células escamosas de cabeza y cuello (HNSCC, en sus siglas en inglés), bajo control. Por el contrario, en los pulmones, donde TGFbeta2 es escasa, estas células forman rápidamente tumores.
Los oncólogos llevan desconcertados mucho tiempo por el hecho de que después del tratamiento del cáncer, las células cancerosas individuales que se encuentran dispersas por todo el cuerpo, llamadas células tumorales diseminadas, se apresuran a crecer y formar tumores secundarios, conocidos como metástasis, en ciertos órganos, mientras que en otros órganos se expanden lentamente, a veces décadas después. Éste es el caso del HNSCC, en el que permanecen latentes cuando se alojan en la médula ósea, pero que rápidamente forman tumores cuando se abren camino en los pulmones.
El equipo de investigación, dirigido por Julio A. Aguirre- Ghiso, profesor asociado de Medicina, Hematología y Oncología Médica y Otorrinolaringología de la Facultad de Medicina Icahn en el Monte Sinaí, en Nueva York, Estados Unidos, es el primero en identificar el papel de TGFbeta2 para determinar si las células de HNSCC permanecerán latantes sin causar daño o se comportarán de manera agresiva en un lugar determinado.
Así, confirma la teoría de más de un siglo de "la semilla y el suelo", que sugiere que una célula tumoral (semilla) se duerme o se desarrolla en el entorno único de cada órgano (suelo).
"Nuestro estudio proporciona evidencia crucial para explicar por qué las células tumorales adquieren una posición firme en determinados órganos, pero no en otros, donde pueden permanecer inactivas durante largos periodos de tiempo", explicó el doctor Aguirre- Ghiso.
Aproximadamente, el 80 por ciento de los modelos animales analizados contenía células HNSCC difundidas en los pulmones, mientras que menos del 30 por ciento presentaba células tumorales en la médula ósea.
Después de la eliminación de los tumores primarios, el número de células tumorales diseminadas en la médula ósea seguía siendo el mismo durante varias semanas (equivalente a tres años en los seres humanos). Sin embargo, el número de células tumorales en los pulmones aumentó poco después de que se eliminaran los tumores, lo que sugiere que las condiciones dentro de cada órgano tienen un efecto de larga duración en el comportamiento de las células.
Además, los científicos vieron que la reducción de TGFbeta2 o los niveles de p38 despertó las células latentes y elimentó el crecimiento metastásico en todo el cuerpo. Estos hallazgos pueden tener implicaciones para las células de tumor de mama de estrógenos positivos, que tienen una firma genética similar a la de las células latentes en el HNSCC.
"Nuestro estudio es el primero en identificar las características específicas que se encuentran en las células cancerosas, así como en el microentorno que determina si van a hacer metástasis rápidamente, lo que representa una nueva amenaza para el paciente, o se mantendrán en estado latente durante un periodo de tiempo", resaltó Aguirre-Ghiso.
"Con el tiempo, podemos ser capaces de predecir, en base a marcadores detectados en las células tumorales diseminadas y/o en el microambiente, que los pacientes tienen una enfermedad latente y cuáles van a necesitar un tratamiento más agresivo. Esta información también puede conducir al desarrollo de nuevos fármacos que imitan las vías que impiden que las células tumorales hagan metástasis", adelantó este investigador.
Fuente: Europapress