La vieja aspiración de poder detectar tumores con un simple análisis de sangre no había estado nunca tan cerca de ser una realidad en el caso de los nódulos pulmonares, una lesión que puede ser benigna (lo que sucede en la amplia mayoría de los casos) o tratarse de las etapas iniciales de un cáncer de pulmón y en la que no siempre es sencillo distinguir entre una y otra opción.
Una prueba aún experimental permite determinar con un 90% de fiabilidad si un nódulo es benigno a partir de la presencia en sangre de 13 proteínas asociadas al cáncer de pulmón, según el estudio que publica este jueves la revista Science Traslational Medicine elaborado por un grupo de investigadores de la empresa Integrated Diagnostics (Indi, con sede en Seattle, EE UU) y de la Agencia del Cáncer British Columbia (Canadá).
“Se trata de un trabajo muy prometedor”, indica director del departamento de neumología de la Clínica de la Universidad de Navarra, Javier Zulueta, “poder predecir con un 90% de éxito si el nódulo es maligno o no sería muy útil para evitar biopsias innecesarias”. Aunque al tratarse de un trabajo impulsado por una compañía privada, “hay que tener cierta cautela y esperar a validar los resultados con futuros análisis independientes”.
Los nódulos son una masa de células que se acumulan en el pulmón, de menos de tres centímetros de diámetro, que se suelen detectar a través de pruebas radiológicas (rayos X, TAC) como una pequeña mancha opaca en el tórax.
Son muy frecuentes. Entre una población fumadora o exfumadora, se presentan “con tamaños significativos, de más de cinco milímetros, en el 15% o 20% de los casos”, apunta Zulueta. Además, cada vez su detección será más habitual, debido a la extensión de los programas de detección precoz del cáncer de pulmón, añade el también profesor de Medicina de la Universidad de Navarra.
De ahí la importancia de contar con herramientas que permitan descartar si el nódulo esconde un tumor. “No se puede abusar de las biopsias, uno de los riesgos que suelen llevar aparejados los programas de cribado”, añade Zulueta. Más aún si se tiene en cuenta que de todos estos nódulos detectados, en torno al 95% son benignos, como reflejan los datos del plan de diagnóstico precoz de la Clínica de Navarra.
La detección del nódulo suele ser el punto de partida de una batería de pruebas de diagnóstico por imagen, estudios clínicos, análisis de factores de riesgo del paciente (edad, hábitos como el tabaco) e incluso, si las dudas persisten, cirugía y exámenes de anatomía patológica para determinar si se trata de una neoplasia.
Por lo general, si el nódulo no crece en pruebas radiológicas posteriores, se suele descartar la actividad tumoral. En este momento, según el neumólogo de la Clínica de Navarra, sería muy útil contar con una prueba no invasiva como el análisis de sangre, que permitiera confirmar que la lesión no es neoplásica.
Cuando existen dudas tras las primeras pruebas radiológicas y el paciente es de riesgo, se suele recurrir al PET, un equipo que analiza la actividad metabólica y permite detectar la proliferación celular descontrolada. Sin embargo, no es un análisis definitivo. “En el PET, el margen de error en lesiones de menos de un centímetro es enorme”, apunta Zulueta. Sin otras pruebas no invasivas a las que acudir, hasta ahora, las únicas posibilidades que se abren en este punto es pasar por el quirófano y acudir a la biopsia, lo que el profesor recomienda siempre que haya crecimiento del nódulo.
En busca de la firma molecular
El trabajo de los investigadores que han presentado el test sanguíneo se centró en identificar la firma molecular del tumor, es decir, delimitar las proteínas ligadas a la actividad tumoral, ya fueran marcadores relacionados con el crecimiento y proliferación celular, la inflamación pulmonar o respuestas de estrés oxidativo.
En un primer estudio se analizó en 143 pacientes la validez de los biomarcadores seleccionados y de sus combinaciones. En otro se usaron 104 muestras de plasma: 52 de pacientes con nódulos benignos, 52 con malignos. Cada muestra cancerosa se comparó con otra no neoplásica de un paciente de su misma edad, género y tamaño del nódulo. La conclusión fue que la fiabilidad predictiva del método de análisis empleado era del 90%.
“Consideramos que esta tecnología cuando tenga aplicaciones comerciales, será de gran utilidad para los neumólogos”, comenta Albert Luderer, consejero delegado de Indi.
La búsqueda de biomarcadores que permitan detectar el cáncer de pulmón a través de análisis de sangre es una de las líneas de investigación más potentes en el campo, relata Zulueta. “No solo las relacionadas con los nódulos, sino incluso para detectar la enfermedad antes de que se pueda identificar con un TAC”. Existen distintos grupos trabajando en estos frentes, pero “ninguno ha llegado tan lejos” como el grupo que publica sus conclusiones en Science Traslational Medicine. “Los datos son esperanzadores, y los investigadores son de prestigio, esperemos que se validen las conclusiones”, concluye el neumólogo de la Universidad de Navarra.
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