Cada ser humano está formado por miles de millones de células.
Para garantizar su supervivencia, las células deben coordinarse entre sí y acoplarse en el lugar adecuado para realizar sus tareas.
Científicos de la Universidad de Ginebra (UNIGE) (Suiza), en colaboración con la Universidad de Tampere (Finlandia), han puesto de manifiesto el papel clave de una proteína llamada paxilina, que permite a las células percibir su entorno y anclarse en el lugar adecuado con la ayuda de "crampones" celulares.
En efecto, sin una paxilina funcional, la célula es incapaz de fijarse correctamente y se desliza continuamente.
Estos resultados, que se leerán en la revista Communications Biology, arrojan nueva luz sobre el modo en que las células se adhieren o migran, mecanismos esenciales para el buen funcionamiento de nuestros órganos, pero también implicados en el desarrollo de tumores metastásicos.
Para garantizar nuestra supervivencia, cada célula realiza funciones específicas en coordinación con sus vecinas.
En un sistema tan dinámico, la migración de las células y su anclaje en el lugar adecuado son esenciales.
Pero, ¿cómo consiguen las células coordinarse entre sí?
Los científicos han creído durante mucho tiempo que las células se comunican principalmente a través de señales químicas, como las hormonas.
Sin embargo, descubrimientos recientes sugieren que las señales mecánicas desempeñan un papel importante en la coordinación celular.
"Por eso empezamos a estudiar la capacidad de las células para descifrar y responder a su entorno físico", explica Bernhard Wehrle-Haller, profesor del Departamento de Fisiología Celular y Metabolismo de la Facultad de Medicina de la UNIGE. "Sobre todo porque podría ayudarnos a entender cómo las células cancerosas utilizan estos mecanismos para invadir otros órganos y formar metástasis".
Cuando una célula tiene que moverse, "detecta" su entorno con la ayuda de unas proteínas de su superficie, las integrinas.
Cuando la célula detecta un lugar adecuado, se pone en marcha una compleja red de proteínas, llamada adhesión focal, que forma crampones celulares que anclan la célula a su entorno.
"Pero, ¿cómo se regula este mecanismo de anclaje? Esto es lo que queríamos averiguar", explica Marta Ripamonti, investigadora del laboratorio del profesor Bernhard Wehrle-Haller y primera autora del estudio.
Estudiando la paxilina, una de las muchas proteínas que componen estos crampones, los investigadores pudieron desvelar el misterio.
"Sabíamos que esta proteína desempeñaba un papel en el ensamblaje de las adhesiones focales, pero no esperábamos que fuera el regulador clave", dice el profesor Bernhard Wehrle-Haller con entusiasmo.
Sin una paxilina funcional, las células son incapaces de anclarse, independientemente de la idoneidad de su entorno.
Además, la paxilina tiene también la función de informar a la célula de que el anclaje se ha producido correctamente, transformando así una respuesta mecánica en una señal biológica que la célula puede entender.
Estos experimentos in vitro ponen de manifiesto el importante papel de la paxilina en la migración y adhesión de las células sanas, pero también podrían ser un punto de partida para comprender mejor el desarrollo del cáncer.
"Es muy probable que las células cancerosas utilicen la paxilina para encontrar un lugar que mejore su supervivencia. ¿Sería posible bloquear este mecanismo en las células tumorales y evitar la formación de metástasis? Sí, creemos que sí. ", concluye el profesor Bernhard Wehrle-Haller.
Fuente: University of Geneva (UNIGE)