El amor en tiempos del cáncer: Vivencia de la sexualidad en la pareja
Una medicina enfocada en “derrotar” a la muerte y en “luchar contra” la enfermedad y por ende contra el cáncer, es una medicina donde la supervivencia se vuelve el objetivo clínico fundamental, eclipsando muchas veces otras necesidades de las y los pacientes oncológicos. Y aquí donde intervienen las significaciones en torno a la muerte, al cáncer y a la medicina, se conjugan aquellas construidas alrededor de la sexualidad, no sólo como tabú, sino también la sexualidad heteronormativa, enmarcada dentro de la esfera privada y además asociada a la belleza, la juventud, el dinamismo realidad contrapuesta con la experiencia de enfermedad y con la realidad de la mayoría de los pacientes oncológicos. Bajo el manto de la enfermedad, el sufrimiento y la omnipresencia de la muerte como posibilidad o realidad palpable, el placer y el goce parecieran ser aspectos demasiado mundanos, banales o incluso vulgares cuando se intenta salvar la vida, por lo que se vive con sentimientos de inadecuación, vergüenza y culpa. Aún cuando la sexualidad constituye un derecho humano básico, parte integral del derecho a la salud. Si bien hay consenso sobre la importancia que reviste la sexualidad en la calidad de vida de las personas, y por ende también en aquellas personas afectadas por una patología oncológica, existe un escaso abordaje desde la literatura especializada, la cual se focaliza mayormente en aspectos tales como niveles de excitación, frecuencia del coito, capacidad orgásmica, etc. del paciente, dando una mirada individual y fisiopatológica, a una dimensión también afectiva e importantemente relacional. La pareja del paciente es rara vez sujeto de estudio, menos aún la dinámica relacional que emerge en presencia de la enfermedad. Algunas investigaciones se han referido al impacto en la pareja/cónyuge centradas en los niveles de ansiedad que puede alcanzar, riesgo de depresión u otros trastornos del ánimo, sobrevida, etc. desatendiéndose su particular vivencia de enfermedad. Esto podría explicarse en parte por la resistencia que aún genera hablar de temáticas sexuales y por otra parte, porque todavía tiende a asociarse el diagnóstico de cáncer con personas mayores, a las que erróneamente se les atribuye un desinterés por sexualidad. Asimismo, muchas veces se comparte el prejuicio de que la sexualidad sería una preocupación impropia o inadecuada en el escenario de una enfermedad grave y más aún, no poseería un lugar en la vida de las personas (parejas) en el contexto de la proximidad de la muerte. Este escenario se complejiza y agudiza aún más en parejas homosexuales, ya que la no aceptación y/o franco rechazo o discriminación de ciertos sectores de nuestra sociedad a las minorías sexuales, provoca que exista cierto temor en pacientes LGBTIQ de revelar su condición por temor a los juicios que pudieran existir en el equipo tratante y que eventualmente podrían afectar la calidad de la atención y tratamientos que debieran recibir dada su condición de salud. De la misma manera, muchas veces las familias que desconocen la condición o incluso conociéndola, dejan fuera a la pareja, queriendo hacerse cargo de los cuidados o de la toma de decisiones. El abordaje de la sexualidad de las personas en contexto de enfermedad e incluso de cercanía con la muerte, se vuelve no sólo un aspecto deseable sino una responsabilidad profesional y ética, en tanto la sexualidad como derecho humano y como uno de los ejes de la calidad de vida de las personas. De esta manera, la incorporación de la sexualidad en el contexto oncológico puede ser considerada como parte de una ética del cuidado a la que se debiera orientar la práctica sanitaria, en el camino a garantizar la humanización en salud, una práctica que trascienda el conocimiento y la técnica no para eliminarla, sino muy por el contrario, para incluirla y ponerla al servicio de las necesidades integrales de los pacientes.
Autor: Daniela Rojas Miranda.
Psicóloga especialista en Psicooncología y Cuidados Paliativos
Terapeuta familiar y de parejas.
Magíster en Bioética
Presidenta Asociación de Psicooncología de Chile (APCHI)