La inmunoterapia está cobrando cada vez más importancia como estrategia terapéutica en los diferentes tipos de cáncer y actualmente representa "la mejor arma que tenemos para luchar contra esta enfermedad, sin ninguna duda", según ha comentado a DM Josep Tabernero, director del Valle de Hebrón Instituto de Oncología (VHIO), en Barcelona, y presidente electo de la Sociedad Europea de Oncología Médica (ESMO), entrevistado con motivo de la Reunión Anual de la Sociedad Americana de Oncología Clínica (ASCO, por sus siglas en inglés), que se celebra estos días en Chicago (Estados Unidos). A su juicio, la inmunoterapia, en oncología, "ha llegado para quedarse" y se espera que cambie de manera drástica el pronóstico de muchos pacientes en los próximos años.
Este año se están presentando resultados prometedores de estudios con nuevos fármacos inmunoterápicos que van más allá de los anticuerpos anti PD-1 y anti PD-L1, que fueron los primeros que empezaron a demostrar eficacia en tumores como el de riñón, el de pulmón o el melanoma.
Sin embargo, en otros tipos de cáncer, como el colorrectal o el gástrico, aún queda un largo camino por recorrer, ya que los fármacos inmunoterápicos actuales sólo benefician a una proporción modesta de estos enfermos.
"Para que la inmunoterapia funcione es necesario que haya linfocitos T dentro del tumor y sabemos que esto en muchas ocasiones no ocurre", añade Tabernero. Por ello, los científicos están buscando nuevas estrategias para activar el sistema imnunitario en otras fases del ciclo y poder atacar a los tumores, independientemente de si tienen linfocitos T dentro o no.
"Estamos viendo que hay nuevos tratamientos de inmunoterapia que son capaces de iniciar el ciclo inmunitario en los tumores en los que no estaba iniciado previamente", expone Tabernero, que también destaca que, al mismo tiempo, hay otras líneas de investigación en marcha que buscan mejorar la respuesta de estos fármacos por medio de estrategias como la administración de vacunas, el uso de puntos de control de inmunidad agonistas, de receptores quiméricos para los antígenos (CAR) o de inhibidores de la enzima IDO.
Combinación oral mejora el pronóstico en pulmón ALK
La combinación de ceritinib con nivolumab consigue una tasa de respuesta cercana al 70 por ciento en pacientes con cáncer de pulmón de tipo ALK positivo que no han recibido tratamiento previo, según los resultados de un estudio internacional en fase I que se ha presentado en la reunión de ASCO. La primera autora del trabajo, Enriqueta Felip, jefa del Programa de Cáncer de Pulmón del Valle de Hebrón Instituto de Oncología (VHIO), ha explicado a DM que con esta combinación oral se ha conseguido una supervivencia libre de progresión de 16 meses. El trabajo analiza datos de 36 pacientes de dos cohortes diferentes en las que se probaron dosis de 300 y 450 miligramos respectivamente de ceritinib -un inhibidor de ALK- con el inmunoterápico nivolumab, un anti PD-1. Es la primera vez en la historia que se prueba una combinación de este tipo en estos enfermos.
Aunque los resultados son esperanzadores, según Felip, la combinación se asocia a "cierta toxicidad, básicamente cutánea", por lo que el siguiente paso consistirá en un tratamiento secuencial: administrar primero ceritinib y, tras dos ciclos, añadir nivolumab "para intentar reducir toxicidad".
Talazoparib, útil en mama BRCA1 y 2 metastásico
Un estudio en fase II que se ha presentado en la reunión de ASCO muestra que el fármaco experimental talazoparib -un inhibidor de la enzima PARP- es útil en pacientes con cáncer de mama metastásico portadoras de mutaciones en los genes BRCA1 y BRCA2.
Judith Balmaña Gelpi, investigadora del Valle de Hebrón Instituto de Oncología (VHIO) y una de las autoras de este trabajo, ha explicado que se analizaron datos de dos cohortes independientes, una de pacientes que habían recibido tratamiento con carboplatino o cisplatino previamente y que no habían progresado al mismo en las primeras ocho semanas y la otra, de enfermas multitratadas, que habían recibido tres o más líneas de quimioterapia.
Los investigadores comprobaron que un 22 por ciento de las mujeres de la primera cohorte y el 37 por ciento en la segunda cohorte respondieron al tratamiento. "Esto es importante, pues son pacientes que suelen desarrollar muchas resistencias". El perfil de toxicidad se consideró "muy aceptable". Balmaña destaca que "es la primera vez que se halla que una alteración genética que predispone a cáncer de mama resulta en una oportunidad terapéutica".
Fuente: Diario Médico